viernes, 18 de marzo de 2011

La maldición de Ho Chi Minh


Cuando llegamos en el vuelo desde Hoy An a Hanoi, la capital de Vietnam, nos llevamos una buena sorpresa: un frío que pela! Resulta que había una ola de frío en el Sudeste Asiático que nos pilló desprevenidos. Llovía continuamente y la humedad del ambiente se te pegaba a los huesos.

Durante dos días en Hanoi no hicimos demasiado por el mal tiempo. Fuimos al Museo de la Mujer, que nos gustó mucho, porque estaba muy bien hecho y había una parte muy extensa dedicada a los ritos de las diferentes etnias de Vietnam. Por el camino nos compramos unos chubasqueros, pero hacía tanto frío que además tuvimos que comprarnos un chaquetón.

Ayer fuimos a ver el mausoleo de Ho Chi Minh, donde se puede ver el cuerpo embalsamado. Como cuando fui a Moscú el cuerpo de Lenin estaba siendo “restaurado”, Ho Chi Minh era la primera vez que veía un cadáver en mi vida. Sólo se podía ver durante unos 30 segundos, porque había que andar rápido. Estaba terminantemente prohibido sacarle fotos y no se podía ni hablar ni llevar las manos dentro de los bolsillos. Cuatro guardias vestidos de blanco inmaculado rodeaban el cuerpo de Ho Chi Minh, y mientras pasabas te miraban directamente a los ojos. Qué yuyu.

Después de ver el complejo, donde también vimos la casa y los coches de Ho Chi Minh, decidimos coger un taxi para volver al hotel y coger nuestras mochilas, ya que esa tarde habíamos planeado ir a la Bahía de Halong. Bien, pues tuvimos bastante mala suerte. Los taxis en Hanoi te timan el 95% de las veces, por eso hay que pedirles que pongan el taxímetro. Un kilómetro cuesta entre 9.000 y 11.000 dongs como precio normal (menos de 0’50€), y la bajada de bandera son 10.000 dongs. En el taxi en el que nos subimos la bajada de bandera era la correcta y el tío nos dijo que ponía el taxímetro. Pero cuando puso el coche en marcha y no habíamos hecho ni 20 metros, el taxímetro estaba subiendo cada segundo, y ya iba por 25.000 dongs (menos de 1€). Así que le dijimos al tipo que se parara, que su taxímetro era un timo. Entonces se paró y a todo esto nos dijo “money”, para que le pagáramos. Charlie y yo saltamos diciendo que de qué iba, que habíamos estado en el coche 20 metros y que encima era un timo, así que no le íbamos a pagar. Charlie estaba detrás del asiento del conductor y yo detrás del asiento del copiloto. El tío se enfureció y Charlie se puso a señalar el taxímetro. Yo puse el brazo para frenar la mano de Charlie, y eso debió darle miedo al taxista, porque pensó que yo le estaba atacando o algo así. Y ahí es cuando se volvió loco. Primero sacó una barra de metal y siguió poniéndose más nervioso, y de la guantera sacó un cuchillo para enseñármelo. Es curioso que se encaró conmigo y no con Charlie (a saber lo que me gritaría en vietnamita…). Salimos del coche y el tío detrás de nosotros, diciendo que le pagáramos. El cabrón seguía gritándome, y me dijo “fuck you!”. Le tiré un escupitajo y salimos pitando de allí (sin pagarle). A la vuelta de la esquina fue cuando me entró el miedo. Menudo susto.

Propongo la gloria eterna a los taxistas españoles. Primero a los de Granada, que tienen los taxis más baratos de toda España (te llevan desde la plaza del Neptuno a la Alhambra por 2´50€), y segundo a los taxistas de Cartagena, que si eres una chica sola por la noche, primero te echan la broca porque ir sola por la calle tan tarde es peligroso, y luego se quedan esperando hasta que abras el portal de tu casa. Además, los precios los dice el taxímetro, y normalmente en las ciudades más pequeñas son precios correctos.

Eso es la maldición de Ho Chi Minh. Si es que un comunista muerto no puede traer nada bueno, porque no trajo nada bueno tampoco mientras estuvo vivo…

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