Si entras a un hotel y los pasillos tienen una luz azul extraña y la recepción es poco más que un ventanuco por el que una mano te pasa la llave de la habitación, no hay duda: estás en un Love Hotel, un concepto inventado en Japón que pronto se extendió en la vecina Corea. Quedarse a dormir en uno es ya una experiencia tan coreana como comer kimchi en un restaurante de mesas bajas.
Los Love Hotels son un show por dentro y por fuera. Suelen ser edificios muy llamativos, incluso aunque estén en mitad de la ciudad, que recuerdan a tartas rosas con merengue incluido, o castillos setenteros con torres y todo. Los nombres siempre acompañan al estilo de las fachadas, así que “Romance” o “Feel” son muy recurridos. El interior de estos hoteles tan particulares merece una descripción detallada. Para los que todavía no sepan cual es “el uso” de dichos lugares, los siguientes datos aclararán sus dudas.
En la entrada, el nombre del hotel está escrito con luces de neón, y las letras chirrían, tipo en las películas, cuando los neones parpadean. Estos templos del fornicio tienen un logo que les identifica, una especie de bol de arroz humeante. Al entrar, una luz azul o rosa chicle invade los pasillos. Ni siquiera ves al recepcionista, ya que cuando le pagas te da la llave y ni te pide el pasaporte para llenar la ficha ni nada. Le has dicho cuánto te vas a quedar y no necesita nada más. Cuando llegas a la habitación, no puede estar más claro que está destinada a dejarte un espacio para cumplir todas las fantasías relacionadas con el “chusqueteo”. Espejos en el techo, un arsenal de lubricantes y sex- toys, cajas de pañuelos desechables en cada esquina… Todo ello con una decoración espantosa y horterísima que hace daño a los ojos, en la que los colores predominantes son el fucsia y el dorado, o el rojo intenso. Un olorcillo a látex envuelve la postal. Las paredes están recubiertas con purpurina y predominan las flores de plástico. Acabas de entrar a una película porno con todos sus accesorios. Los Love Hotels están por lo general muy bien equipados. Tienen una máquina dispensadora de agua mineral fría y caliente, una nevera (en la que hay unos brebajes que dicen ser afrodisíacos), secador de pelo, aire acondicionado, una decena de toallas de ducha (¿para qué tantas?), albornoces y zapatillas. También pueden tener jacuzzi, un diván, y hasta un ordenador. Muchos tienen una tele de plasma que retransmite contenido pornográfico las 24 horas, pero puedo decir que el porno asiático es muy “light”, y no se ve nada explícito. Las habitaciones de estos hoteles son enormes, nuevas y modernas (no son nada cutres, como se puede pensar), y fumar está permitido. Lógicamente, siempre tienen baño (el cual también es enorme) y a veces las camas son redondas o giratorias (pero en esas hay que pagar más). Todo está preparado para que no tengas que preocuparte y así puedas salir rápido, como si nada hubiera pasado. Todos tienen múltiples entradas y parking, para que puedas llegar e irte sin que nadie te vea. Los Love Hotels suelen estar todos apiñados en el mismo lugar, y las calles de la zona están desiertas.
Lo mejor de los Love Hotels es que son muy baratos. Aunque resulte sorprendente, es una muy buena opción para los mochileros. Normalmente se pagan por horas, pero también se puede pedir que te hagan precio por quedarte una noche, y sigue saliendo más barato que otro hotel de las mismas características. Estos hoteles no se anuncian en internet y no se pueden reservar, y muchas veces no te dejan quedarte más de una noche, porque su actividad más rentable es durante las horas diurnas. Es por eso que no tienen armarios! Además, como los coreanos son tan exquisitos con la limpieza, puedes estar seguro de que todo está impecable.
Charlie y yo nos hemos quedado dos días en uno de estos “hoteles del amor”, y estamos muy contentos con la elección. Eso sí, hay objetos de la habitación que por supuesto no hemos tocado. No está para nada destinado a los turistas, así que la “madame” de la recepción resultó estar más bien ilusionada con nuestra presencia. Creo que nunca nadie le había solicitado un servicio de lavandería, así que me ha dejado utilizar la lavadora gratis. Aquí seguro que no te van a molestar para que cojas ningún paquete turístico, y supongo que no tendrán mapas de la ciudad.
Es curiosa la sociedad asiática. Cómo de estricta debe ser su educación para que hayan proliferado decenas de Love Hotels alrededor de todas las estaciones de bus y tren de Corea. Los “holetes del amor” no son algo aislado, porque hay montones de ellos, y no son necesariamente para las “putis”. Los utiliza la gente normal, las parejas jóvenes. Deben estar bastante frustrados para necesitar todos esos acompañamientos a la hora de tener sexo, y también deben tener un montón de prejuicios para tener tantos reparos a la hora de encontrarse con su pareja. Esta mañana mismo, me he cruzado con dos hombres que salían de la habitación de al lado, y mientras íbamos en el ascensor miraban hacia abajo, colorados perdidos, como si se estuvieran muriendo de vergüenza porque les hubiera visto. Ya ves tú, a la vejez viruela me voy a asustar por ver a dos gays…
Desde luego, Asia guarda todavía muchos secretos para mí. La experiencia de alojarnos en un lugar tan raro ha sido una buena introducción a la cultura sexual asiática, la cual ahora me parece misteriosa y bien diferente a la nuestra.
1 comentario:
Es lindo cuando uno se distrae un poco a la rutina y se va a descansar a bellos hoteles, o cuando realiza un viaje y obtiene hoteles baratos en una bella ciudad. Por eso a mi me encanta viajar y poder disfrutar de recorrer el mundo
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