miércoles, 12 de enero de 2011
El Estado de Kerala - Adiós India...
Después de 8 horas en un "bus del infierno", llegamos desde Madurai a Thiruvananthapuram (afortunadamente, mas conocido como Trivandrum, su antiguo nombre, antes de la independencia del pais). Desde ahí, cogimos un rickshaw que nos llevó a Kovalam, una pequeña ciudad turística del Estado de Kerala. Aunque no nos gusto especialmente porque no habia mucho que hacer mas que ver a montones de alemanes bañándose en la playa, nos sirvió para descansar durante 3 dias en un hotelito super acogedor (y que costaba 10€ la noche!). Paseando por sus callejuelas (mucho mas limpias que las de otras ciudades) y mientras buscabamos un restaurante para cenar, por casualidad descubrimos a un pintor que pintaba murales tradicionales de la cultura keralesa. Cada mural era un impresionante trabajo que podía durar entre 2 y 3 meses, ya que medían 4 metros de largo. Estuvimos hablando un ratillo con el muchacho, que pintaba desde que era pequeño, habiéndose convertido en una tradición familiar, porque su padre tambien era pintor. Las figuras de dioses, flores y joyas hindúes estaban detallados al milímetro. El trabajo de este chico es sin duda una de las mejores cosas que he visto en pintura en mucho tiempo. Impresionante.
Después de un merecido descanso en Kovalam, decidimos ir hacia el norte de Kerala, para llegar a Kochi (antiguamente llamada Cochin). Kochi, una ciudad super bonita, esta unida a Ernakulam, bastante más caótica aunque también con su encanto. Nos alojamos en el hostal de Anthony en Fort Kochi, un indio cristiano que vivía con su familia en el piso de arriba, un lugar bastante barato y muy cómodo. Anthony fue super amable y nos consiguió un viaje en barco por los backwaters, una de las cosas más bonitas que se pueden visitar en Kerala. Así que al día siguiente hicimos una excursión en barco durante todo el día, y la verdad es que Charlie y yo nos quedamos impresionados. Los backwaters se crearon porque el agua entró hacia la tierra, creando unos canales: algo así como Venecia pero en natural y con un paisaje tropical alucinante. La vegetación y la tranquilidad de los backwaters relaja mucho y te sientes muy lejos de cualquier tipo de ambiente urbano, y hasta los coches y los pitos se te olvidan. En el barco conocimos a una encantadora pareja de españoles, Paloma y Juan, super simpáticos y tranquilos, con los que conectamos muy bien. Después de la excursión, nos llevaron a nuestros respectivos hoteles y quedamos con ellos después de ducharnos, para ir a tomar una cerveza y luego ir a cenar a algún sitio cerca del mar. No sé en qué momento los 4 decidimos tirar la casa por la ventana e ir a uno de los restaurantes más caros y más chic de Fort Kochi. Y aunque fué caro, especialmente si pensamos en como habia sido nuestro viaje cucarachero hasta el momento, no nos arrepentimos para nada! El restaurante estaba en un jardín super agradable con una moderna piscina en el centro, todo con velitas, y hasta mantel sobre las mesas!! Y ya para terminar de hacer perfecto ese día, Paloma y Juan nos invitaron al vino, que en lo que llevábamos de viaje habia brillado por su ausencia. Y así el vinillo nos hizo reír a los 4 durante toda la cena, cada uno contando sus historias (y Charlie hablando un español impecable!), hasta que el cansancio nos venció y nos fuimos a dormir. Fue realmente un día fabuloso, de principio a fin.
Al día siguiente viajamos desde Kochi a Bangalore, en el Estado de Karnataka. El viaje duró 14 horas en autobús (gracias al cielo, no fué un "bus del infierno", sino que fue bastante cómodo y tranquilo, aunque tampoco teníamos otra opción porque no había trenes), así que cuando llegamos a Bangalore a media mañana, nos duchamos y estuvimos todo el día en el hotel muertos de cansancio. Al día siguiente, el día 9 de enero, volamos a Kuala Lumpur, capital de Malasia, el cuarto destino de esta vuelta al mundo, terminándose nuestro periplo en la India y cambiando el paisaje radicalmente...
No puedo hacer un parrafito que resuma lo que la India ha sido para mi, como hice con la Isla de la Reunión. Incluso leyendo los artículos sobre la India en este blog, tampoco le hace justicia a todos los sentimientos, pensamientos y sensaciones que he vivido en ese país. El slogan turístico de la India es "Incredible India", y lo único que puedo decir es que está bien merecido. La India es increíble, directamente porque hay cosas realmente difíciles de creer; y esas cosas son buenas y malas, bonitas y feas, auténticas y artificiales. Todo al mismo tiempo y cada cosa por separado. Lo que sé es que 5 semanas en ese inmenso país no son ni mucho menos suficientes para empezar a conocerlo. Además, ni siquiera hemos tenido tiempo de ir a ver el norte.
La India ha sido mucho para mí. Puedo decir abiertamente que este país me ha cambiado la vida. Si me estás leyendo hasta aquí abajo, entonces me tomaré un café contigo y te contaré las anécdotas sobre la India si quieres. Pero son mis anécdotas, mi forma de haber visto ese país, mis experiencias personales. La gente que he conocido, la comida que he probado, las personas con las que me he cruzado. Y no es ni un 1%. Y eso poco que he visto ha sido por medio de estos ojos, y esa forma de ver no es ni correcta ni incorrecta: es la mía. De momento, no sé si sería capaz de volver a la India sin haber descansado un largo tiempo de toda la intensidad del subcontinente. Realmente ha sido algo muy, muy fuerte, en todos los sentidos.
Hay que ir a la India para saber de lo que hablo, para verlo cada uno con sus ojos. Una vez que he estado, puedo decir que esa frase de "la India, o la adoras o la odias" es totalmente falsa. Porque si te posicionas en una de las dos, es que no has sido ni realista ni tolerante. Puedo decir también, por propia experiencia, que es posible adorar y odiar estar en la India al mismo tiempo. Y ahí está la magia y la miseria de este país superpoblado, del que los occidentales no sabemos ni la mitad...
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