sábado, 11 de junio de 2011

Por qué "Nueva York" se dice dos veces



Antes de ir a Canadá estuvimos 9 días en Nueva York. Cuando estábamos en Montreal pensé en escribir el artículo para describir nuestra experiencia en “la Gran Manzana”, pero cuando empecé a teclear la primera línea, me di cuenta que sólo se puede escribir sobre Nueva York cuando se está en Nueva York. Así que he esperado a estar sentada en la terraza de la casa de Emma para escribirlo. Si os gusta la serie “Sex and the City” tanto como a mí y a mi hermana Paola, entenderéis que durante mi visita a Canadá he sufrido “el síndrome de Carrie Bradshaw”, ya que tenía unas ganas locas de volver a Manhattan sin saber muy bien por qué. Y es que estas calles tienen una magia muy adictiva.

Emma es la mamá de Michael, más conocido como el tío Mike o Teachersín, como le llama mi madre, el cual vive en Miami. Nos ofrecieron quedarnos en casa de Emma una vez que llegáramos a Nueva York porque los hoteles aquí son carísimos y se nos hubiera salido del presupuesto. Además, pasar unos días con Emma es ya una experiencia maravillosa, porque esta mujer de 90 años es simplemente fascinante. Emma tiene un carisma, una clase y una elegancia fuera de lo común, y nosotros hemos escuchado sus historias completamente embobados. Nacida en Cuba, vino a Estados Unidos cuando sólo tenía 17 años para estudiar Moda en New York. Después, sería diseñadora de moda, viajaría por el mundo entero y viviría aventuras únicas, entre ellas, estar en la India cuando se produjo el asesinato de Indira Gandhi (una historia impresionante!). Emma es sin duda una mujer aventurera de la que tengo mucho que aprender. Nos hemos quedado enamorados de su acentillo cubano cuando habla Spanglish!

Como ya he dicho, Nueva York tiene una personalidad que no se puede comparar a la de otras ciudades. NYC tiene absolutamente todo lo que existe, desde lo más glamuroso hasta lo más trash. Es una ciudad viva 100%, las 24 horas del día, los 365 días del año, y de ahí su sobrenombre de “La Ciudad que Nunca Duerme”. Aunque parezca curioso en este lugar donde parece que estrés reina por todos lados, en realidad en NYC no hay que mirar mucho el reloj si se está de visita. Nunca es demasiado tarde o demasiado temprano para desayunar, para ver un concierto o para volver a casa. Las cosas no se paran jamás. Infinidad de museos fabulosos y sitios que ver. Siempre hay transportes en actividad y los restaurantes están abiertos día y noche. A diferencia de otras ciudades de Estados Unidos, en las que no tener coche es un verdadero engorro, en Nueva York se tiene la suerte e incluso la obligación de tener que caminar o coger el transporte público para moverse, porque es ahí donde se descubre su magia. Y de esta manera Charlie y yo hemos fortalecido los músculos de las piernas, porque nos hemos pateado los lugares y barrios de Chelsea, Soho, Chinatown, Tribeca, Upper West Side, Harlem, Central Park, Wall Street… y eso no es nada en comparación con toda la inmensidad de esta ciudad.

La casa de Emma está en West New York, que ya se considera el estado de New Jersey. Lo que no tiene precio son las inigualables vistas desde su terraza: sólo se ve la isla de Manhattan con el Empire State justo enfrente. Levantarse y tomarte el café con ese paisaje es un lujo que no sabemos cómo agradecer a la preciosa Emma. Lo mejor de todo es que desde la misma puerta de su casa hay autobuses cada 5 minutos que te ponen en un cuarto de hora escaso en la 42nd Street, es decir, en pleno Times Square. Y de ahí, para moverte por el resto de la ciudad, lo único que se necesita es la intuición para perderte con total libertad por las calles de Manhattan, e impregnarse de los detalles de una ciudad que sólo tiene un calificativo que lo resume todo: espectacular.

Frank Sinatra cantaba su famosa canción, “New York, New York”, diciendo dos veces en su estribillo el nombre de este lugar. Yo supongo que lo repetía porque hay que decirlo una segunda vez para creerse que se está en Nueva York. La mezcla de polución, los vapores de asfalto por el calor de junio, y el humillo que sale de las alcantarillas pueden ser una especie de droga que te atonta y te hace creer que estás soñando. Pero New York City es tan real como ficticia, tan abstracta como concreta, tan alocada como tranquila, tan moderna como decadente. New York sólo puede ser New York, y su nombre ya lo dice todo.

3 comentarios:

paopao dijo...

Pues ya estamos enamoradas las dos!
Una buena despedida del viaje,no?
Mañana te veo,hermana! qué ganas :D

Héctor Omar dijo...

Verdaderamente tuve la fortuna de estar hace una semana en New York New York y concuerdo con lo que dices. No se sabe por donde iniciar, se desea conocer todo al mismo tiempo. Comerse la gran manzana con los ojos, es algo fascinante. Me tocó "perderme" y ser auxiliado por la calidez de su gente. una experiencia extraordinaria.
Obviamente me faltó mucho por conocer
Me declaro enamorado de ese lugar mágino, espero volver en Marzo.

Un grato saludo y totalmente recomendable tu artículo.

La Luna de Asia dijo...

Muchas gracias Héctor! Disfruta de la maravillosa ciudad de New York cuando vuelvas, un abrazo :)