domingo, 7 de septiembre de 2008

Sacudida endémica: la suerte

Tenía que pasar. Pero como ya conozco el tema, la enfermedad no va a durar tanto. Si soy fuerte o débil, ya lo dejo a la opinión de cada uno.
Si tengo mala suerte o no, lo dejo a mi opinión.
Pero basta ya de achacar todo a esa mala suerte. Y si la tengo, puedo vivir con ella, mejor o peor, según el momento. Lo importante es no dejarle demasiado paso libre para que campe a sus anchas en los instantes en los que no presto atención, si es que he tenido tal mala suerte de que esa "mala suerte" me toque a mí.
Como dicen los argentinos, cuyos saberes "a pie de calle" han influído en mí notablemente, "la suerte es para los mediocres". Tanto la buena como la mala. Mediocres con la buena suerte, porque la esperan sin actuar, sumiéndoles en una lamentable vagancia; y mediocres con la mala suerte: rindiéndose a ella, llorando por padecerla y una vez más, dejando de actuar.
Los argentinos siempre me han llamado la atención. Ellos bailan tango cuando están tristes. No son ellos los que precisamente pueden hablar de buena suerte, y por ello la critican en todas sus manifestaciones. Un buen argentino te deseará siempre "Mucha mierda".

Se dice por ahí que "no puedes elegir a tus padres, pero sí a tus amigos". Tanto a los amigos como a los caminos que se escogen en la vida, más general. De esta manera, si tal suerte existe, tú eres el responsable: tú eliges tu suerte. Y como la palabra suerte alberga tanto "azar", personalmente creo que por ella misma, su concepto se limita. A partir de ahora, intentaré rezar a la suerte sólo en mi vicio al Black Jack...
Un buen amigo francés (ya que también es amigo), me dijo que un proverbio chino dice que "siendo amables con nuestros enemigos, les cabrearemos muchísimo". Tengo algunos enemigos a día de hoy, que sólo reciben indiferencia o cortesía por mi parte. Puede que estén jodidos por verme bien, o que ni siquiera se acuerden de que "debemos odiarnos". Yo, por mi parte, sólo espero buenas ideas y que de repente una fuerza y mala ostia inmensas me ayuden a ejecutar la venganza. No es ira y rencor; es una saludable justicia. No es maldad (por mi parte), es de nuevo justicia, equilibrio. Justicia que ya no me preocupa hasta el momento de ser establecida. Puede que yo también tenga mi merecido por parte de alguien, por eso es más deliciosa "la ignorancia del enemigo".

Argentinos, franceses, chinos... Eso no importa mucho. Afortunadamente o no, yo soy española.
Ahora, a seguir, sin prisa pero sin pausa.

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